miércoles, 21 de octubre de 2015

Si ésta fuese la última vez que escribo.
                                    Si tuviese la certeza.
                                                        Inequívoca. 
                                                                 Si mañana no estuviese.

 Si mañana ya no fuese.
                       Si ésta fuese la última vez que escribo...

Lo haría en papel.
               El papel mas viejo que encontrase. Uno preñado de huellas. Uno con polvo incrustado en el alma sedienta de la tinta de los besos. 
Lo haría en papel. 
                Para que pudieses llevarlo contigo. Siempre. En los bolsillos de la chaqueta (ese escondido que pega al corazón); en el bolsillo trasero del pantalón para que custodie tu espalda de los ojos que te siguen. En el bolsillo del abrigo del alma, sedienta de la tinta de los besos.
Lo haría en papel.
                 Porque no hay memoria RAM, ni memoria USB, ni nube, ni pantalla táctil en el mundo entero, capaz de arropar una palabra como lo hacen las arrugas del papel viejo. Las que crecen de la mano de las que envuelven tus ojos, de las que cuidan de los besos que aguardan en la comisura de tu boca.

Si ésta fuese la última vez que escribo.
                                           La última...si lo supiese, arrancaría trocitos cuadrados al cielo nocturno para hacerlos redondos en un trocito de papel con sabor a los agostos que anuncian otoños. 
Si ésta fuese la última vez que escribo. 
                                           La última... si supiese que la noche no es víspera porque no queda nada, porque no hay nada, porque no amanecerá. Si tuviese la certeza, amor...si ésta fuese la última vez que escribo...

                 Lo haría bajo la caricia lacerante de los ríos de acero que van a dormir bajo los puentes pancarta...
                  Lo haría envuelta en humo; fúmate los últimos minutos, las últimas palabras, los últimos adioses... Que te calen hondo... que se cuelen en cada poro del envés de tu piel. Que se pierdan dentro de ti, en algún rincón.
             Lo haría en los ascensores de cristal que llevan al cielo; en las paradas de autobús que no llevan a ninguna parte; en los teatros a oscuras que aguardan plurales; frente a una taza de café cuyos posos me dicten dónde estás.
             Lo haría en los bancos de los parques; lo haría a los pies de asfalto de los planetas de metacrilato; en el impás eterno de los semáforos en rojo; en la esfera perfecta como el mundo de las isletas que significan martes con aroma de domingo.

Si ésta fuese la última vez que escribo...
                                           Si sólo quedase ayer...

Sería una pluma la que acariciase el papel; porque la pluma pareciera susurrarle al papel a su contacto, como recrean las yemas de los dedos el tacto de tu piel; no hablan los bolis, no recitan besos, no dibujan cauces, no abren puertas...

Si ésta fuese la última vez que escribo...
                        te pediría que hagas un huequecito en tu bolsillo; para que me lleves...



Eva López Álvarez