Las palabras pueden... provocar emociones, empatía, arrancar de uno mismo esa Soledad brutal que, a veces, se instala de okupa en tu espíritu... Desnudar impúdicamente un pensamiento; erradicar el vacío; tornar posible lo imposible; alentar la curiosidad; mover cimientos; reivindicar cada día un sueño... Sólo eso, todo eso... en un ovillo de palabras por desenredar.
jueves, 26 de noviembre de 2020
PALABRAS: HERRAMIENTA - ARMA - ALMA - CADENA O ALAS... TODO
martes, 24 de noviembre de 2020
sábado, 14 de noviembre de 2020
miércoles, 30 de septiembre de 2020
Quiero envejecer como los andenes.
Como los soportales de las estaciones de tren.
Guarda tanta belleza el óxido
las humedades
la tristeza de los arboles.
El fantasma de un silbido que ya no existe
Tanta belleza:
la piedra negra de cantos rotos,
el aullido de las soledades que se quedan.
Solas. Espera eterna.
Quiero hacerme vieja como los trenes.
Se les ve partir cansados,
casi arrastraste a destino. Y hay tanta belleza en la máquina vieja rompiendo distancia,
enredando caminos,
acortando espacios.
Hay tanta poesía. Chirrían contra los raíles los años, los desengaños.
Me hago vieja:
se resbalan a borbotones las edades de mis bolsillos.
Y llega el óxido y la piel caída y los pies cansados.
La espalda como las curvas de los túneles.
Romos los hombros y pesada la memoria.
Me hago vieja; y
quiero que me mires, vieja, como se mira siempre a los andenes
[con la impaciencia de ver llegar al tren,
clavados los ojos esperando asomar el vagón primero,
intactas las ganas]
Eva López Alvarez
viernes, 7 de agosto de 2020
El exilio
llega siempre como una explosión.
Y luego el derrumbe.
Aparece
liviano el destierro:
un papel en el
buzón que destruye los cimientos de tu vida entera.
Y treinta
días en los que te sientes caer. En los que tu vida es una foto en un marco.
Y respiras y
lloras y vuelves a llorar. Y huyes. Huyes hacia delante. Y lloras. Y lloras.
Me echaron.
Y fue tan deprisa que allí, en mi casa,
quedaron mis manías y mis miedos.
El gesto de
mis manos al desenredar el pelo,
el golpe
seco de mi muñeca en la sartén para limpiar la cuchara de madera al cocinar,
los hombros,
laxos sobre el muro de la terraza,
los ojos
dibujando futuros sobre las paredes (los muros que fueron míos)
en cada insomnio viscoso,
el esmero
infinito al ordenar los armarios de los críos:
las prendas de una infancia que les
robaron
que ya nunca fue.
Una infancia que murió,
como murió un trocito
de sus almas [viejas para siempre desde entonces]
Allí quedaron
sepultados los instantes que nos hicieron, que nos modelaron;
allí duermen,
todavía, entre objetos desconocidos, ajenos, extraños
y
voces en las que no me reconozco.
Allí, entre
paredes fantasma,
sobre el suelo que tatuaron las huellas
de mis pies año tras año.
Y todo se
desmorona.
Y un día ves
tu vida tirada en un contenedor. Y vuelves a morir de nuevo. Otra vez.
El exilio
pegajoso como el alquitrán vuelve a enredarse en tu piel y tus entrañas
y te cala
los huesos y te deja roto y seco y cansado y viejo.
Hay trozos
de mis ojos hechos añicos al fondo del contenedor.
Hay jirones
de la niñez de mis hijos prendidos a los escombros de su hogar.
Quedaron
negativos de mis retinas en los azulejos del baño,
en la cenefa de la cocina,
en
las placas de escayola,
en los marcos de las puertas
que hoy dan
a la basura el color mentiroso que viste de luto mi memoria.
Eva López Alvarez
viernes, 6 de abril de 2018
sábado, 10 de febrero de 2018
Es de ceniza fina la playa de tu insomnio;
embiste el amanecer la noche que no acaba.
Reposa la mañana en la circunferencia de cristal,
sobre la mesita [cómplice muda y fiel]
Naufragan las almohadas en el suelo de madera,
de labio y sudor la tormenta[S]
Cuéntame en los espinos de cada nueva hora
qué sueñas soñar que no te deja dormir,
quién enreda las horas
[maraña de mañanas asomados
a puentes de acero y ayeres]
Huele el rescate a café,
mientras gira la cuchara dando cuerda al mundo:
precisa la maquinaria,
inexorable la nieve en las cumbres.
Seremos viejos.
Nos aguardan insomnios nuevos
sedientos de versos gastados. Serán romos los poemas
y nos arañarán todavía los surcos recién estrenados.