En todos y cada uno de los talleres a lo largo de estos años la meta era la misma: reivindicar el poder de una palabra; posicionar la lengua en la cúspide de la pirámide de la enseñanza: si dominamos el lenguaje nuestra capacidad de comprensión, de expresión se multiplicará por mil.
Pero disfrutando.
¿Por qué hacer difícil lo más inherente al ser humano; si la palabra es cordón umbilical, vínculo, nexo, puente, puerta; si una palabra puede ser caricia o herida; por qué no enseñarla disfrutando?
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