miércoles, 6 de febrero de 2013




Esta historia nace de la sucesión de las palabras que me habeis "regalado" en Facebook (tal y como os pedí, gracias Tere, Jose Miguel, Andrés, Juan, Bea y Jose). La canción de la que habría de surgir esa  palabra era "El Roce de tu piel" de Revólver. Y la lista de palabras obtenida fué:

energía - jóvenes - sábado - güisqui (pensar) - mano - inspiración.

El resultado...

El  [pen]último GÜISQUI le hizo PENSAR que todavía eran JÓVENES; que todavía había tiempo; que no todo estaba dicho...

Hacía un rato que ya no era SÁBADO.
Pero la noche era como un colador de emociones, de recuerdos, de sueños venidos a menos a garras del presente.

Había en sus ojos un brillo amargo y la comisura de su boca luchaba para que su estudiada sonrisa no se deshiciese, no se emborronase; no se desmoronase.

- ¡¡¡Cuánto tiempo!!! -se dijo al escuchar [derrotado; como si miles de avispas se hubieran posado sobre él] la inconfundible voz de Carlos Goñi mientras cantaba: "[...] y es que no hay droga mas dura que el roce de tu piel".

Tampoco hacía tanto, apenas ayer, esta canción había sido su INSPIRACIÓN.

Como ella.

Cuando ella se paseaba por sus entrañas, todavía un nudo oprimía su estómago y su Soledad se convertía en motor generador de una ENERGÍA desconocida que lo transformaba en una máquina infernal hacedora de lágrimas que brotaban y corrían sobre sí: lentas, densas; quedas; pesadas (plomo en las alas).

¿Qué pasó?...

Simplemente...
                          un día...
                                       ella soltó su MANO.

Su alma quedó, en cambio, atada para siempre.

Eva López Álvarez

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