Me contaron que los martes se llaman dueros;
que los puentes son de papel;
que
los Robinsones no habitan islas sino versos:
que los océanos son charcos en los que flotan cuadrículas.
Me contaron que hay números preñados de semántica;
que los sueños siempre son quince;
que pueden ser intersección los unos;
bastar el gusanillo de un cuaderno
para resumir el universo.
Que abandera mi alma una pancarta
[reinvindica las esquinas huérfanas de encuentros]
que demandan las estrías de mi vientre los latidos de tu boca adolescente
que las avenidas del tiempo son primera persona del plural;
que los ríos de acero reflejan el vestido blanco que quise regalarte.
Eva López Álvarez
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