sábado, 7 de noviembre de 2015

Dime que me quieres...






Dime que me quieres.
                      Yo te diré que te quiero.

Si eres mi amigo,
                 dime que me quieres.
                                       Yo te quiero.
Si eres mi madre,
                dime que me quieres.
                                      Yo te quiero.
Si eres mi padre,
                dime que me quieres.
                                      Yo te quiero.
Si eres el amor de mi vida,
                              dime que me quieres.
                                                   Yo te quiero.
Si eres mi hijo,
                dime que me quieres.
                                     Yo te quiero.
                                               Te quiero.

Esta sociedad que nos hace tan valientes que no nos importa desnudarnos, que no nos importa arriesgarnos, que no nos importa saltar de un puente, jugarnos la vida en lo mas absurdo…nos hace tan cobardes que nos da miedo decirnos que nos queremos.
Y tal vez sea ahí donde nace esta creciente necesidad de tratar y abordar y trabajar la inteligencia emocional, la necesidad de encontrar la paz perdida, huída extinta; la necesidad de hallar equilibrio,
porque lo único que ha sucedido es que nos hemos vuelto cobardes…

Rebeldía cobarde.
Desafío cobarde.
Modernidad cobarde.
Avance cobarde.
Liberación cobarde.
Rebelión cobarde.
Retos cobardes

Porque esta sociedad arrastra un miedo salvaje, un miedo cobarde a decirnos te quiero.

Me gusta decir que las palabras para llegar al alma, atravesar dermis, epidermis, hipodermis y entrar a bocajarro en el alma deben tener espinas. Y esquinas. Incluso las mejores. Las que acarician. Espina entendida como impacto. Fuerza. Que escuchar te quiero te de un vuelco en las tripas y ponga en orden tu alma.
Dicen que repetir las palabras las vuelve redondas….sin esquinas ni aristas ni ángulos. Que ya no valen. Que ya no impactan. Que ya no hacen metralla en tus adentros…
Pobres…
No saben que si nace de las retinas de tus venas, si nace de las yemas de los dedos de tus deseos jamás suenan igual…
Porque olvidamos que cada “te quiero” se tatúa en un beso. Y que cada uno es distinto, como cada beso es un universo…

Hay besos de lluvia
                      y
        besos de desierto.

Besos que hielan
                 [escarcha el aliento de las edades viejas]

Hay besos robados; besos regalados; besos que calan los huesos del alma; besos que queman allá por donde pasan...

Hay besos que dejan la piel desnuda y el alma acorazada
                                                          [que se hunda el mundo, amor, ya me besaste]

Hay besos que se guardan; besos que se gritan; hay besos que abren puertas y los hay que cierran épocas.

Besos mañana;
          besos noctámbulos.

Besos que borran distancias, besos que caen de los parabrisas pegados a los anuncios [de ti]
Hay besos metralla de amores que no se cuentan: se hacen okupas de ti: de tu carne, de tu deseo; de tu almohada.
Hay besos acera; besos callejuela; besos puente; besos ceda el paso; besos stop; besos ¡cuidado, cambio de rasante! [te lo gritan mis caderas]

Besos lunes por la mañana y beso ocaso de días emborronados en la maraña de horas y relojes.
Hay besos que pinchan; besos que abren candados; besos que sellan tus entrañas.

Besos sello;
          besos señal;
                    besos conjuro;
                               besos imán.

Besos líquidos y besos de hormigón [pilar, cimiento, raíz]
Hay besos que provocan tormentas [relampaguean tus retinas en cada poro de mi piel]

Hay besos que esculpen:
                 tallan amores que se tocan como se tocan los amantes.

Besos que tienen brazos;
                            besos que te dan alas.

Besos de andén
              [música de trenes en la comisura de la boca del alma]

Besos que anuncian dueros helados : tira del hilo, amor; quiero deshacer la madeja que tejió el destino.

Hay besos todoterreno; besos terapéuticos.
Besos madre: ahuyentan las noches que solo son noche; espantan los fantasmas sin nombre; condenan al infierno a tus soledades. Son besos manta; besos arrullo; besos pared.

Hay besos postales: escriben las verdades que niegan las realidades. Dormitan en buzones cerrados: abracadabra al filo de las dos de la tarde.

Hay besos pancarta, amor: proclaman huelgas indefinidas en tu piel que ahora grita; en tu alma que ya encontró. Huelga contra el amor que muere entre jornadas laborales; huelga contra el amor firmado; huelga contra el amor que no muere de amor cada día.

Hay besos rescate; besos salvavidas: te llevan a la orilla: te aguarda un Robinson que sobrevivió entre versos; gracias a los versos.

Hay besos primeros en bocas custodiadas por arrugas.
Hay besos escalera; besos sótano; besos cueva: cobijo.

Besos vientre;
               regazo;
                     hogar.

Besos alma y besos carne.

Hay besos cortinas abiertas;
                               besos no me dejes.

Besos intersección. Círculo.Esfera.

Tú. universo…

Te quiero. Dímelo. Díselo. Hay mil colores. Mil tonos. Mil matices. No se acaban, no se liman, no se agotan…
       Y curan…
                Curan.
                    Curan


Te quiero.
         Dímelo.
              Díselo.


Eva López Álvarez

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