Las palabras pueden... provocar emociones, empatía, arrancar de uno mismo esa Soledad brutal que, a veces, se instala de okupa en tu espíritu... Desnudar impúdicamente un pensamiento; erradicar el vacío; tornar posible lo imposible; alentar la curiosidad; mover cimientos; reivindicar cada día un sueño... Sólo eso, todo eso... en un ovillo de palabras por desenredar.
miércoles, 24 de julio de 2013
La vida de Ginebra se resolvió en los segundos que se deshacen esperando que el semáforo cambiase a verde.
Mi alma lleva toda la vida en rojo - pensó. Mi piel, en rojo permanente. Ningún verde, ámbar siquiera, frente a uno solo de mis deseos...
Contaré los segundos que me separan del verde. Y, cuando el semáfofo [tirano] me empuje a dar un paso pondré mi alma, mi piel y mis deseos en verde...
Al parecer, el conductor del coche que abría la espera efímera y eterna de cuantos le seguían, todavía tenía su corazón en verde; no pisó el freno; ni siquiera deceleró; decidió que ese fuese el último paso de Ginebra...
Eva López Álvarez
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario