domingo, 2 de febrero de 2014




Y todo sucede...a pesar de todo...

Da igual cuanto hormigón se esté solidificando alrededor de tus pasos; respiras... Se ensanchan tus pulmones y este juego de aires viciados de hastío y aires de aliento virgen te invade.
Te somete.
Y te conviertes en juguete sexual de la vida que te obliga a respirar; aun cuando no quieres. Y tu, esclavo, le rindes tributo sin saber muy bien cuál es el límite entre placer y dolor; y descubres, un día, que incluso al dolor subyace un placer inmenso.
Aprendes a respirar de otro modo. Te duele el aire que inspiras [azote salvaje en tus pies atados de realidad]; pero el placer de estar vivo asoma; y tu piel sigue sintiendo.

Y todo sucede...a pesar de todo...

Como la hiedra [verde de vida exhultante] parida en medio del cemento [gris de materia interte; yermo].

Me quedé largo rato en la acera contemplando la escena [foto tomada esta mañana; mientras respiraba; sumisa]. La miraba absorta: la hiedra no sólo respiraba; RETABA; DESAFIABA; se mostraba verde; se mostraba turgente; se mostraba fuerte; se mostraba fértil en medio de la nada.

Sentí entonces mi respiración distinta; me concentré en controlar el dolor subyacente a mi respiración sumisa; me concentré en el atisbo de placer. Y sonreí: una sonrisa diáfana, expuesta, abierta... Como la hiedra...

Ahora era yo la que RETABA; DESAFIABA: puesto que habría de seguir respirando decidí ser AMA en vez de SUMISA: tengo encadenada a esta puta vida: no caeré en el sadismo... sólo quiero que le duela respirar mientras yo sonrío...
 
                                                                                                                  Eva lópez Álvarez


                    

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