lunes, 4 de noviembre de 2013


Había sido tanto tiempo atrás cuando envió su currículum al apartado de correos de aquel anuncio del periódico que lo había olvidado;
                           que lo daba por perdido…

Eso explica la sorpresa que sintió cuando recibió aquella carta. En resumen: se le emplazaba a una dirección desconocida para ella, en la mañana del lunes posterior a la recepción del citado sobre.

Ni siquiera sintió ilusión;
                  se la robó el Tiempo, tiempo atrás…

Los días posteriores no reparó en su cita mas que en momentos puntuales; con las cosas más pueriles, curiosamente. Al abrir el armario pensaba qué se pondría para la entrevista. O mientras maquillaba sus labios (un leve rubor que le recordase que estaba viva) y pensaba que sería mejor dejarlos desnudos.

Sabía que aquel que la entrevistase ya conocía su trayectoria laboral; sus estudios. Eso estaba escrito y rubricado. Y ya había pasado la primera “criba”. Quedaba pues, gustar o no gustar, simplemente. Por eso no pensó nada mas. Respiró los días que quedaban e hizo la digestión a las noches de desvelo.

No era ilusión;
            se la robó el Tiempo, tiempo atrás…
Era más bien cierto desasosiego; cierta inquietud; miedo, quizás, a otro fracaso [más]

El lunes amanecía envuelto en niebla que se escribe con n de noviembre y olía a frío que se escribe con f de frustración y sabía a ansiedad que se escribe con a de angustia.

Pantalón chino color negro; camisa beige claro; discreto tacón; impecable americana. Pelo semi-recogido que soltó en el ascensor porque no soportaba más prisiones, más mentiras, más fachadas, más convenciones.

Su reloj le dijo que la espera fue breve; su alma había recorrido otros cien años allí sentada, lo que dura una canción, de esas de sala de espera, de esas que elige un equipo de expertos en Recursos Humanos (¡¡¡ay que joderse!!! somos un “recurso”, vaya una mierda, pensó; malditos matices semánticos, se decía a sí misma)

El encargado de la entrevista (Jefe de Recursos Humanos, rezaba el cartelito que cercaba su mesa con una alambrada invisible) le pareció un tipo bastante idiota que se creía bastante listo, bastante enigmático y bastante imponente. Lo que no sabía este triunfador treintañero con traje de marca y título es que a ella el Tiempo le había quitado mucho pero le había dado esa serenidad que sólo trae de la mano el haber sobrevivido a problemas que se escriben con p de putada, a tristezas que se escriben con t de tragar…

Aparentemente impasible le anunció: a continuación le formularemos una serie de preguntas divididas en tres bloques: personalidad, formación y empleo.

Comencemos con el primero de ellos, si le parece bien – anunció sin fisuras, sin resquicios, sin una leve arruga de humanidad en su piel.

Cuando usted considere – contestó ella.

- Háblame de ti misma – lanzó el entrevistador.

Soy selva fértil y desierto. Soy océano y charco. Soy enorme y soy cabeza de alfiler, grano de arena, mota de polvo. Soy todo y no soy nada. Soy torrente desbordado de palabras y soy silencio. Soy libro abierto y soy folio en blanco. Soy pregunta y soy respuesta.

Sus ojos deciden lo que soy para usted. Del mismo modo, otras miradas deciden qué soy para sus almas.
¿Es su opinión más válida?... quizás.

El experto en RRHH se movió, sorprendido, pero continuó con esa neutralidad que no cabe en el adjetivo humano…

- ¿Te consideras como un líder o como un seguidor? ¿Por qué?

El mejor líder es aquel que sabe ser un buen seguidor o ha sabido serlo en algún momento de su vida.

La sorpresa se iba tornando incomodidad…

- ¿Qué has aprendido de tus errores?

Que volveré a equivocarme.

- Describe tu escala de valores

La cúspide de mi pirámide de valores es no restar importancia a los valores de los demás, sean cuales sean, ocupen el puesto que ocupen en sus respectivas pirámides.

- ¿Cuáles son tus puntos fuertes y tus puntos débiles?

Mi punto fuerte es que soy fuerte y responsable.
Mi punto débil es que soy fuerte y responsable.

-· Si fueras tú el encargado de realizar esta selección y yo fuera el candidato, ¿qué cualidades te gustaría que yo reuniera?

... Que sus ojos no fuesen de acero; sus manos no fuesen un manual aprendido; su postura no fuese un escudo adquirido; su tono de voz no fuese lineal; los poros de su piel no fuesen impermeables; su locuacidad no fuese un discurso; su silencio no fuese un reto, un desafío, un examen; sus pausas no midiesen lo que ordena un programa analítico; su voz no fuese inflexible; sus gestos no fuesen presos de montones de barreras que lo someten, que lo limitan que, aunque usted no lo crea, le cortan las alas, le roban los días, le impiden reir, llorar y mirar con esa riqueza que regala la curiosidad y la empatía.



Una silla quedó vacía.

El entrevistador se levantó y su silla calló. Como caen las grandes cosas, sin apenas ruido, sin apenas revuelo, sin apenas consecuencias.

El silencio la acompañó hasta la puerta.

Encontró al entrevistador en la esquina. Le pidió que lo enseñase a mirar; que le enseñase a leer los pliegues de voz de la gente.

                                                                                                   Eva López Álvarez



1 comentario:

  1. "Noviembre es un mes hermoso".
    (EVA LÓPEZ ÁLVAREZ)


    "En llamas, en otoños incendiados".
    (OCTAVIO PAZ)


    El tiempo noviembrea y ha vuelto a congelarse el calendario. El abrazo ambiental es tan gélido que parece que se adelantó el invierno cinco otoños. Los besos y el café mitigan la indeseable caricia fría mejor que el exceso de ropa. No debería admitirse más exceso que el de desnudez: tus labios, tu cuerpo, los ayeres, Eva al desnudo... La imaginación quema como una llama hasta que la hoguera de las promesas alcanza una magnitud megalómana. Yo prefiero que nadie llame a los bomberos porque quiero arder contigo. Hoy suena tan mal la realidad que camino de una forma diferente, suavizando el negro impacto de las suelas y procurando que cada pisada suene como un verso de Cernuda, recuérdalo tú y recuérdaselo a otros. Y es que la realidad suena a música celestial si damos vida a los sueños que alguien escribió en papel pautado. Con lágrimas de hielo en los ojos observo a un violinista invidente ejecutar con virtuosismo excelso la inmortal sinfonía de un compositor sordo ante la indiferencia de transeúntes más propensos a la escatología que a la belleza, a la grisura que al azul del cielo. Tal vez ese invidente ve más que quienes pasan por delante y no paro de preguntarme cómo brillan esa notas en sus retinas, si con el zumbido cromático que se siente al cerrar los ojos y apretarlos con fuerza, si con la detonación de un cañón, si con la reverberación del sol otoñal en el mar un día de sueños rotos o si con el azul del abrazo que nos da un amigo al que creíamos que no volveríamos a ver jamás. No es algo nuevo. Sólo se dan cuenta de las cosas aquellos que ven mermado alguno de sus sentidos, como si la derrota sensorial fuese un privilegio o una medalla de guerra que mostrarle a escépticos que no creen ni en el suelo que pisan. Imagino al compositor en su tumba moviendo las manos mientas el invidente, tambien con precisos y tenues movimientos, aprecia el esplendor que los demás ignoran. La vida misma, noviembre...

    P.D.: Las rubias los prefieren caballeros. El mundo no ha cambiado tanto. Sólo que ahora tiene más teclas.


    EL COLECCIONISTA DE ATARDECERES

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