Vuela mi alma libre,
esclavo el reloj que se alimenta de los pulsos de mis venas,
sístole y diástole sometidos
[que no sumisos].
Me voy olvidando de mí;
de quien fuí,
de lo que fuí...;
otrora:
cuando ese reloj se permitía el lujo de jugar y retrasarse un ratito [por si llegabas tarde]; adelantarse un minuto tal vez.
Pincha en mis retinas lo que la luz me arroja.
Obstáculos invisibles mutilan la longitud de mis pasos.
Y el aire nunca acaricia sino que sopla violento y cargado de espinas que castran cada deseo que paren los poros de mi piel.
Pero vuela mi alma libre;
cuando quieras quedamos.
Eva López Álvarez
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