martes, 24 de septiembre de 2013

La noche se me ha resbalado cayendo al saco de los pequeños olvidos que llenan los grandes vacíos. No se muy bien cómo pasó, fue sin apenas darme cuenta...
Cuando en derredor todo es silencio imaginas que vas a hacer tuya esa noche, imaginas que será tuyo al menos uno de sus recodos mágicos, esos en los que todo es posible; una de esas esquinas que pasan desapercibidas a la mayoría del mundo y que se apoderan de tus ojos, de tu pensamiento, de tus pasos (los que se dan en los charcos de la quietud y el sueño)

Antes de que se me resbalara por entre los dedos cayendo al regazo y jugando a perderse en caída libre por mis piernas, pensé que en ese recodo nocturno sólo mió podría convertirme en una suerte de "tallador de palabras" que limase las aristas de las que te hirieron a lo largo del día. Cogerlas una a una, diamantes en bruto, y tallarlas hasta lograr que todas te acaricen. Esculpir los agresivos salientes de algunas consonantes. Cincelar cada vocal que grita en ocasiones.

Modelar las palabras de acuerdo a tu alma.
              Difuminar viejas heridas a base de tallas perfectas.

Todo eso sucedía bajo mi piel antes, ya digo.
                                   Antes de que el agotamiento sometiera mi voluntad y robara mis quimeras.

Luego... se me resbaló la noche. 

                                                                           Eva López Álvarez


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