miércoles, 18 de septiembre de 2013

Una lista de lugares mágicos - pensaba, absorta; ajena a todo.

Acababa de sentarse, agotada, en la pequeña muralla del parque del Ayuntamiento, el nuevo Ayuntamiento, y frente a sus ojos, igualmente agotados, la Catedral se reía del tiempo.

Me encantaría dejarte algo aquí, a los pies de uno de los contramuros [custodios] - sonreía. Al pensar "dejarte" no se acercaba a su mente ningún destinatario. No era alguien concreto. No había un nombre. Pero era cuanto quería. Alguien capaz de entender lo que ella veía y sentía en ese lugar; en tantos otros. 

Su bolso guardaba un poema. Lo sacó con el esmero de quien sabe se juega el destino, y lo acurrucó bajo una piedra de las que hacen compañía a los troncos de los árboles que acariciann cada bloque de piedra, burlona de los calendarios y amores que se juraron la vida entera.

El día se fue muriendo enredado en las callejuelas del mapa que iba conformando en su alma. Ya solo pensaba en el mañana cercano y cierto, el que anuncia el despertador impío. Tenía un lugar donde ir.

Y otros versos que dejarte - se dijo de nuevo.

                                                                                              Eva López Álvarez.

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