miércoles, 7 de agosto de 2013




A veces sucede que escuchas una canción y te llueven cántaros de palabras por dentro... Y la música se abre en tus entrañas como una flor a destiempo y te roba montones de meses que conformaron montones de años de los que, en ocasiones, no tienes conciencia...porque pasaron por encima de ti como un autobús cargado de obligaciones...
Y hoy el azar ató los compases de esta canción a la sombra esquiva que corre tras de mí y que no siempre alcanzo a reconocer...

En aquel entonces yo no sabía que había muros mas allá de las paredes; no sospechaba que el muro mas atroz, insalvable, infranqueable es intangible; y, en cambio, no hay hormigón mas duro que la bofetada que te escupe el muro que se crece después de una palabra vestida de abandono.

Pero ... en aquel entonces [los ojos intactos de tiempo] yo no lo sabía.

De ahí la mezcla absurda e indescriptible de emociones que me provoca escuchar hoy, pura y mágica casualidad (jamás causalidad), esta canción que me devuelve intactas las manos empapadas de futuro que se levantaban osadas a lo alto en medio de un concierto adolescente y... a la vez retrotrae a mi mañana [pegajosa como agosto] unos cuantos muros de ese hormigón inmaterial como el aire, tan mortal como vital ese oxígeno sin forma...

                                                                                                                                   Eva López Álvarez


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