domingo, 25 de agosto de 2013


Ginebra (capítulo II)



Ginebra despertó de aquel cigarro [violador de sus secretos] como llegan las mañanas vestidas de resaca.

No sentía sus brazos como tales, ni tampoco sus pies; su espalda no era ese lienzo en blanco de las mañanas todavía desnudas de decepciones. Tampoco sentía su vientre como cada día, como la cueva de Alí Babá de las emociones, esperando el conjuro mágico (¡¡¡ábrete sésamo!!!!) que deslíe la maraña de deseos que se enredan en sus entrañas.

Se sentía, mas bien, como un bloque rígido sometido a una presión insoportable, con la cabeza a punto de estallar… Esos pies que no acertaba a reconocer como suyos la llevaron, como a un autómata, hasta la cocina, todavía yerma de olores, en busca de un café que hiciese las veces de pomada para el alma.

El humeante café y su vivificante aroma (perfume para sus escarchados sentidos) lograron descomponer ese bloque ausente y recomponer un poco sus enredadas piezas.

“Ni un segundo mas” – pensó Ginebra.
“¿Ni un segundo más… qué?” – se dijo a sí misma.

“Ni un segundo más andará mi hoy atado a mi ayer” – sonrió…

Así pues, a sabiendas de que pudiera parecer un gesto irracional, se decidió a hacer la colada con los trapos sucios que guardaba en un cajón olvidado de su alma.

Apretó sus ojos con fuerza y respiró; comenzó un viaje infernal por cuantos cajones había cerrado bajo siete llaves.
A sabiendas de lo doloroso, cogió varias cartulinas blancas y las recortó en tiras longitudinales en las que escribió y describió con todo lujo de detalles cada bocado hiriente de pasado. Cuando hubo llenado su gigantesco cesto de la ropa sucia con trocitos de papel, con fragmentos de pasado, con jirones de la piel de sus recuerdos, se dirigió a la lavadora y la llenó con todos ellos….

Eligió el programa más largo; con prelavado y a 90º….

Sorprendiéndose a sí misma, volvió a encender un cigarro. Quería quedar desnuda de nuevo; expuesta otra vez pero… con el alma limpia, con el pasado en blanco tendido al sol…


                                                                                                                                    Eva López Álvarez



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