Las palabras pueden... provocar emociones, empatía, arrancar de uno mismo esa Soledad brutal que, a veces, se instala de okupa en tu espíritu... Desnudar impúdicamente un pensamiento; erradicar el vacío; tornar posible lo imposible; alentar la curiosidad; mover cimientos; reivindicar cada día un sueño... Sólo eso, todo eso... en un ovillo de palabras por desenredar.
viernes, 2 de agosto de 2013
Hace un ratito ha querido llover...
Apenas unas gotas y un delicioso olor a tierra mojada ha invadido todo en derredor.
Ese olor, las densas gotas de barro (terapéutico para los picazos de avispa, tan propios de las tardes de piscina) y algunas PALABRAS HELADAS que ME LLUEVE este julio atípico, me han llevado a pensar que hay un cierto tipo de palabras que, ojalá, existiesen como, de hecho, contamos con...
... palabras pomada, palabras canción, palabras aroma, palabras puñal; palabras abiertas, como granada madura; palabras telón, como fin de acto; palabras fotograma, palabras huecas, palabras efímeras o palabras que te atan a la eternidad, palabras alimento, palabras redondas, punzantes, sangrantes, balsámicas, cromáticas, generosas u hostiles; palabras de espuma o de atroz hormigón, palabras con aristas o con ángulos muertos; palabras avance, o retroceso; palabras mudas, estridentes, cadenciosas; palabras silencio, palabras auxilio; palabras madre, raíz, palabras futuro; palabras amargas, saladas o dulces; palabras abrazo, caricia... palabras piel...palabras...
Y no encuentro, en cambio, PALABRAS ARCILLA, PALABRAS DE BARRO, moldeables.
¡¡¡¡Ojalá existiesen esas palabras de barro para los días en que el hielo se apodera de nuestras venas; sería mágico pensar que nuestro sistema límbico, caja fuerte de nuestras emociones, fuese capaz de tallar, de cincelar, de modelar las palabras que escucha, de tal modo que nuestras almas, maltrechas tantas veces, encontrasen alivio, se dejasen invadir por ese aroma de la tierra mojada en verano...
Eva López Álvarez
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