martes, 27 de agosto de 2013

Un eye liner - respondió sin dudar un segundo. Alto y claro; tanto que toda la estancia quedó muda y se giró hacia ella. Velada distendida con un buen grupo de amigos.

¿Un eye liner? - preguntó al unísono el grupo en conjunto, simultáneamente. La misma curiosidad. La misma sorpresa.

Hay que contextualizar; la conversación arrancó como cuando tomas la autovía; todo recto, hacia adelante. Cientos de kilómetros por delante. O como el callejero de un polígono industrial; rectánculos precisos y exactos de calles trazadas con escuadra y cartabón con nombres desnudos de la esencia misma de un nombre: calle A, calle 0, etc.
La primera copa, en cambio, llevó sus palabras por carreteras secundarias, por caminos vecinales de esos que esconden recodos que aparecen en tus ojos y en tu alma sin avisar. O como el callejero del casco antiguo de esas ciudades que un día se escondieron tras unos muros, hoy apenas piedras, que todavía cuentan historias.

Sexo.
      Juguetes sexuales.
 Ahi estaba el eje de la conversación. Distendidos, confesaban sus juegos.

¡¡¡Cuando daño están haciendo "Las cincuenta sombras de Grey" - pensó ella.
 Qué pena - añadió en su monólogo interior.

Los ojos de todos estaban fijos en su boca, esperando una explicación. Parecieran querer hacer diana en esa palabra que habría de dar sentido a aquella absurda ocurrencia: un eye liner!!!

El amor... 
           calló.
                 No hablaban de amor.

El sexo... no puede ser de plástico.
                                                     Es de piel.  
                                            Es desgastar tus huellas dactilares en la piel de otro. Y desandar todo lo andado para recorrer el camino, otra vez.
                                                     Es saliva;
                                                           tinta invisible [esclava de una quimera] encriptando deseos que conforman un cartograma imposible de recrear por los mismos caminos. Imposibles los mismos desvíos. Jamás las mismas distancias. Ni el mismo espacio. Ni el mismo tiempo.
                                                     Es sudor. [Las almas secas suelen sudar mucho].

¿Y?. ¿Un eye liner? - preguntaban una vez más. La misma curiosidad. La misma sorpresa.

No hay nada mas; un eye liner. El misterio no puede ser, jamás, de plástico, ni de látex, ni de goma. Y la magia no funciona a pilas. Yo cogería un eye liner y jugaría a anticiparme al deseo: escribir en la piel del otro una palabra; y  obedecerla [recrearla] si, al pronunciarla,  pareciera tejerse en tus adentros un nudo tras otro desde la punta de tus dedos hasta la última de tus tripas; borrarla [a besos] si no reflejase uno de tus deseos. 
Nunca la misma palabra.
                                   Nunca el mismo desierto de piel. 
Escribir URGENTE en la cara interna del muslo [hambrienta]. 
Deletrear QUIETO de espaldas. Esperar a que el otro dibuje las letras, una a una en mi espalda, quieto, muy quieto.
                Dibujar AHORA en el vértice de su ombligo.

Ya está. Un eye liner. Y muchos centímetros de piel.

                                                                                                                    Eva López Álvarez





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