[...]"esos tacones del desprecio, caminando como si detuvieran el mundo sobre el trapecio, de un lado el infierno ... del otro el cielo"
(Enrique Bunbury)
Ahí estoy yo,
[...]
esparcida entre pequeñas nadas.
Mis ojos
[sempiternamente abiertos]
habitan escondidos en aquel cuadro que cuelga,
torcido por las casualidades, en aquella esquina.
Y mi alma,
hecha añicos,
forma una hilera perfecta de moldes cuadrados,
hilvanados al azar.
Y mi boca,
[te espera espectante]
celosa y esquiva, oculta deseos encadenados,
como cuentas de Rosario,
sin que nadie lo rece.
Y la consciencia,
escondida bajo el negro sombrero,
tatuado de canciones
que me arañaron las entrañas.
Y mi voz,
en eterno suspenso,
esperando acurrucada en tu silencio.
La inspiración,
huída, extinta,
en las aguas inciertas de aquellas olas rosas
que surcaban marrones dunas.
Y mi Soledad,
[omnipresente]
asida con violencia en cada objeto,
en cada una de mis pequeñas nadas...
Eva López Álvarez
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