miércoles, 16 de octubre de 2013


La noche esconde y el amanecer escupe...
Extienden las horas su manto de cansancio arrastrando a su paso los pequeños restos de luz que atrapan los atardeceres.
Vencido el ocaso la noche nos envuelve y nos dejamos arrastrar por el sueño. Arropados.
Protegidos.
Paredes; mantas; luces; radiadores que te llaman a gritos cuando los termómetros impíos se visten color azul.
             Y sueños.
                Y planes.
                   Y proyectos.
                      Y una televisión que me grita lo que, al parecer, necesito.
                         Y una cafetera que me regala un perfume mágico.
                            Y una ducha de la que brota calor y que arrastra todo atisbo de pasado que se quiera enquistar en mi piel.


Pero algunos amaneceres (y la obstinación de mi perro esta mañana) te llevan por unos pasos distintos a los que acostumbras.

Y el amanecer te escupe a la cara una imagen que mi retina guarda y que mi alma llora. En un rincón olvidado del parque, olvidado el mundo, olvidado de esta mierda de sociedad, duermen sobre la hierba montones de ilusiones rotas; esperan el amanecer montones de proyectos truncados; cuentan los minutos que dura la noche [fría, atroz, negra y solitaria] montones de ojos que ya no buscan nada, que ya no lloran nada...Acabo de dejar unas mantas, envueltas con rabia, sobre el banco que sirve de mesita de noche en la que no reposa libro alguno, ni vaso de agua, ni pastilla para llamar al sueño cuando te atenaza la angustia, ni la moneda que se ha caído de tu pantalón, ni el reloj que te dice que, por fin, llega el mañana...

                                                                                                                     Eva López Álvarez


No hay comentarios:

Publicar un comentario