viernes, 11 de octubre de 2013


Siéntate;
         junto a mí...

Elige qué lugar prefieres; el de la luz; el de la penumbra.

Cuando sea yo la que me siente al abrigo de la luz jugaré a contarte que el día amaneció envuelto en un gigantesco tapiz, tejido a base de tréboles de cuatro hojass y manos que solo regalan caricias.

Cuando me haya sentado en el rincón invadido de penumbra, abrázame, envuélveme con la piel de tu alma cálida. Acaricia mis manos de escarcha con las puntas de los dedos de tus sueños y cuéntame que hay mas allá; trapasado el umbral (difuso y esquivo) de esta oscuridad que cercena amaneceres.

A ratos [cuando los dos lloremos en negro]  podemos jugar a las sombras chinescas. Imaginar que ese enrejado atroz (el que limita tus pasos; el que acota mis palabras) no es mas que un mar de delicada blonda que viste nuestras almas de domingo y nuestros ojos de infancia.

Siéntate;
         junto a mí...

                                                                          Eva López Álvarez


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