Vámonos, vente conmigo...
al corazón de una palabra,
al preciso instante en que sonríes al vacío recordando ese guiño incierto que caló tu impermeable,
al primer sorbo de la copa de vino que guarda el aroma de cada uno de tus deseos,
al epicentro de una quimera compartida,
al remite de la carta que abre el buzón de tus tripas,
al banco del parque en que murió tu primer amor,
al tronco del árbol de ese parque que tatuaste con tus iniciales,
al inmenso milímetro de la barra de ese bar en que coincidieron tus ojos con los míos,
al ayer que soñamos,
al hoy que imaginamos,
al mañana que deseamos,
al tejado de cuando niños,
a la página 36 [por ejemplo] del libro que duerme en tu alma,
a ese gesto incierto que provocó el beso que nunca diste,
a una habitación de hotel, sin nombres, sin equipaje, sin lastres...
al núcleo de una lágrima,
al último sorbo de la taza de café que imprime amaneceres,
al vértice de tus ansias,
al ángulo recto de tus miedos,
al último peldaño de las soledades,
al nudo que ata tus noches a las mías,
al callejero que confunde tus pasos con los míos,
al espejo que te devuelve mi sombra.
Vámonos;
vayámonos,
vente conmigo.
Eva López Álvarez
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