y
espectantes...
Nos pasamos la vida mirando:
muertos por dentro.
Los amores que trepan por las piernas
[retadoras]
de la chica que aparca, cada día; siempre a la misma hora, en el semáforo de la Fuente. Camino al trabajo, - supone el espectador ciego, sordo, mudo.
Supones tú.La dicha efímera [real] del niño del balcón de las doce
[feliz; ajeno]
que se [con]funde con tu risa [disfrazada; ajena].
Las lágrimas [terapéuticas, liberadoras, libertarias] de la mujer del ático
[cansada, viva]
que forman cauce con tus ganas de llorar
[cuando vivías];
lágrimas secas;
hoy;
seca tu alma,
secos tus besos,
hueco tu deseo.
Eva López Álvarez
Los teclados.
ResponderEliminarLas pantallas.
Los espacios [que no los silencios].
No respetan lo que se pasea por mis adentros... Siento los desajustes en los versos y en los espacios...
Si te mueres en la página cincuenta del libro le arrancaré todas las restantes y las pondré sobre el ataúd, para que al fin tengas ramos de versos y las palabras que tu piel anhela. O tal vez me muera un párrafo antes que tú.
ResponderEliminarHoni soit qui mal y pense.
EL COLECCIONISTA DE ATARDECERES